El Sicómoro y lo que se había perdido

1 Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. 2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, 3 procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. 4 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. 5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. 6 Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. 7 Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. 8 Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. 9 Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. 10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. (Lucas 19, 1-10)

Cuando en la catequesis de adultos preguntábamos ¿por qué Zaqueo no podía ver a Jesús? Casi sin pensarlo respondieron a una sola voz “porque era pequeño de estatura”. ¿Están seguros? Pregunté yo. Y alguien dijo “eso dice la escritura”…

Hace muchos años cuando estaba aún en el colegio, mi tutor de quinto de secundaria, hermano de las escuelas católicas de La Salle nos enseñó algo que se me quedo grabado hasta hoy: “Cuando aprendas a ver lo que los demás no ven, podrás pensar como los demás no piensan y podrás hacer lo que los demás no hacen. “ El día que mi corazón se volvió a Jesús, una de las primeras cosas que aprendí de Él es a ver lo que los demás no ven y realmente fue una revolución en mi vida, pues aunque me lo habían enseñado antes, recién en ese momento lo aprendí.

EL SICÓMORO

Zaqueo quería ver a Jesús. ¿Por qué un hombre rico querría ver a alguien con tal ansiedad que hasta decidió subirse a un árbol? Los comentarios acerca del poder de Jesús ya debían haber llegado por esos lares, y Zaqueo sabía que ese hombre tenía un poder que él no tenía, y no se trataba de dinero, quería verlo como sea. Pero había un problema ¿no podía verlo porque era bajo de estatura o porque la gente se lo impedía? Dice la escritura “procuraba ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud…” Algo que podemos aprender es que a veces, quienes estamos de cara a Jesús le damos la espalda a nuestro prójimo, y lo peor es que incluso somos el obstáculo para que en Él encuentren lo que buscan. ¿Te has puesto a pensar cuánta gente deja de creer y confiar en Cristo por causa de los mismos católicos? ¿Te has puesto a pensar cuántos católicos han decidido abandonar la Iglesia madre para irse por otros rumbos por causa de los mismos católicos? ¿Cuántos quisieron ver a Jesús y nosotros mismos no se los permitimos?

Que diferente sería que nos propusiéramos ser como un sicómoro, fuertes, robustos en nuestra fe, y soporte de quienes quieren conocer a Jesucristo frente a otros que se lo impiden. Un líder tiene el compromiso de ayudar, no de obstaculizar, tiene el compromiso de ser soporte, no de ser freno, un líder católico debe buscar todas las maneras de mostrar a un Cristo Vivo y ser como un sicómoro.

LA PROYECCIÓN DE ZAQUEO
Algo que de jóvenes nos cuesta mucho es proyectarnos, ver a donde nos dirigimos y saber por qué hacemos lo que hacemos. Habitualmente vivimos el día a día sin mayores proyecciones y eso es falto de visión. Aunque ya vimos el tema de la visión antes, es preciso recordar algunas cosas al respecto. Ningún liderazgo tiene sentido sin una visión. La misma FE implica tener una visión porque es la certeza de lo que se espera y la CONVICCION DE LO QUE NO SE VE. Cada cosa que ha movido a los hombres y mujeres de Dios ha sido esperar por algo, por las promesas de Dios. “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. (Hebreos 11, 6)”

Zaqueo al encontrar dificultad para ver a Jesús, se da cuenta que ahí no hay solución y dice la palabra “Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí…” Zaqueo se proyectó, probablemente esa actitud fue la que lo llevó no solamente a ser rico, sino jefe de los publicanos. Zaqueo no era un rico más, era el jefe, era un líder, y aquí demuestra porqué lo era. Tenía capacidad proactiva, sabía lo que quería y lo que debía hacer para llegar a la meta.

Por supuesto que como publicano no era un hombre bien visto, era una especie de traidor de su pueblo y cobrador de impuestos para el Imperio, no utilizó su potencial de líder para lo mejor, lo usó en beneficio propio y es eso lo que terminó corrigiendo del lado de Cristo. ¿Acaso al corregir su camino y devolver lo robado o lo injustamente cobrado iba a empobrecer? Pobre no es solamente el que no tiene bienes, pobre es el que no desarrolla su potencial para generar su propio bienestar. Un rico que cae en la pobreza no será pobre mientras no pierda el potencial de hacer la riqueza, de comenzar de cero. Zaqueo como cualquier persona que conoce su potencial sabe que los bienes van y vienen, porque si un día pudo ser rico de mala manera, el potencial que tiene lo puede llevar a serlo de buena manera. Eso es lo que califica a un líder para bien.

LO QUE SE HABÍA PERDIDO
“Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”

En la misma catequesis, preguntábamos ¿Qué era lo que se había perdido? Y también respondieron a voz en cuello “Zaqueo” ¿Están seguros? Volví a preguntar yo. “Las almas perdidas” dijeron otros, “a los pecadores” respondieron por otro sitio. Al final, nadie dio en el clavo. Jesús no dijo que vino a rescatar y salvar “a quien se había perdido”, dijo que vino a rescatar y salvar “LO que se había perdido”. ¿Qué se había perdido? “Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador…” Ya nadie quería juntarse con Zaqueo, todos decían que era un pecador, que estaba mal lo que hacía, murmuraban a sus espaldas, complotaban contra él, pero ya nadie se juntaba con él porque era “pecador”. Jesús vino a rescatar y salvar “lo que se había perdido”, se había perdido la compasión, la misericordia y el afán por rescatar a los hermanos del pecado.

Y la historia parece repetirse por estos días. Hace un tiempo en una misa, un jovencito estaba muy entusiasmado por leer una de las lecturas, había practicado mucho y lo que más quería era leer la palabra del Señor frente a otros. Era una sensación maravillosa de estar “evangelizando”, y sé todo eso porque yo lo conocía muy bien. Entonces, cuando estaba a punto de dar la lectura, se le acercó una religiosa y le dijo “con ese pantalón rotoso y con polo no puedes leer la palabra del Señor, así que ponte atrás….” El rostro de indignación del joven fue notorio, me acerqué a conversar con él, y me contó lo sucedido. Con el tiempo se alejó de la parroquia, se sintió juzgado y poco aceptado porque sus maneras de vestir y de hacer las cosas no cuadraban con la “formalidad”.

Otro día supe de un “travesti” que llegó a una iglesia a escuchar misa, y fue retirado del templo por “inmoral” por orden del mismo sacerdote. Hay gente que es alejada de los grupos parroquiales porque “pecaron grave”, o gente que no es admitida porque llegaron muy tarde a inscribirse, o que no pueden acceder a retiros espirituales por “falta de recursos”. Eso es lo que vino a rescatar Jesucristo… lo que se ha perdido.

¿Cómo vamos a educar a los jóvenes si primero no los aceptamos? ¿Cómo puedo traer a un travesti o a un homosexual a los pies del Señor si primero no les abrimos las puertas? ¿Acaso mirarlos con asco dentro del templo no es alejarlos del Señor? Una oración muy hermosa dice que Dios nos acepta como somos para que dejemos de ser como somos. ¿No deberíamos hacer lo mismo?

Eso son sólo algunos ejemplos de lo que hemos hecho. (Y me incluyo) pero Jesucristo vino a rescatar y salvar LO QUE SE HABIA PERDIDO, y esa es nuestra misión como nuevos y futuros líderes católicos, ser como Sicómoros y rescatar y salvar lo que se ha perdido en pos de llevar la palabra de vida “a todas las naciones”.

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