Iglesia Joven

Esto manda y enseña. Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren. (1 Timoteo 4, 11-16)

Que nadie te subestime.

Cuando comence en la vida parroquial, tenía 15 años, creía que todo era posible de la mano del Señor, no me preocupaba otra cosa que no sea servirle, y aunque era responsable con mis deberes, tenía en mente que debía buscar primero el reino de Dios y todo lo demás me sería añadido, que el Señor es mi pastor ¿qué me haría falta?, y la verdad todo salía bien, pero "crecí" y el mundo insistió en enseñarme una y otra vez que la vida parroquial era solo una etapa, que debia estudiar, buscar un buen trabajo, ganar dinero, tener una familia y probablemente luego de jubilarme podría regresar compungido a lacerar mi espalda hundido en el arrepentimiento por la vida que llevé, o si no, podría seguir mi vida común con la vida en Dios como un grato recuerdo, y mientras, todo era cuestion de ir a misa todos los domingos y fiestas importantes. Es decir, mi fe, fue vista en menos por mi edad.

No saben cuanto tiempo me costó recuperar todo aquello que perdí, todo el tiempo que perdí alejado del Señor y hoy, con el corazón renovado, guardo como un tesoro aquel servicio al Señor y aquella fe que tambien tuve en mi simpleza de hijo pequeño.

Hoy, profesional y casi logrado, con familia y demás, sirvo al Señor con la misma alegría y más gratitud que hace 15 años, con el corazón de niño que necesita de Papá y con la convicción que nadie debió tener en poco mi juventud, y mucho menos yo.

Nuestro Llamado: Ser ejemplo en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.

Cuando aprendimos aquello de llevar fruto, hablamos de la semilla que llevamos dentro y dijimos que estabamos hechos para Fructificar y Multiplicar. Una manera de llevar fruto es siendo ejemplo de lo que Pablo nos dice. Nuestra palabra es una semilla buena o mala. Recuerda que "la fe viene por el oir". Tu conducta es una semilla, si no va acorde lo que tu boca dice, pues la semilla es pobre. Tu amor por Dios y por el prójimo debe ser un ejemplo, y para eso debes morir a ti mismo para que sea Cristo quien viva en ti, y sea el quien brille y no tú... tu manera de amar es una semilla...

Es increible como Dios, nuestro Padre, nos conecta de esa manera, cómo es que esas cosas podemos llevarlas a otros y aprenderlas entre nosotros. En ello radica la importancia de vivir como Iglesia, porque si cada una de esas cosas son semillas, que llevan fruto y que se transmiten, y si el mundo tiene las mismas intenciones con sus semillas de maldad, pues es la Iglesia y el vivir en comunidad la solución grandiosa que Cristo nos dejó a través de Pedro.

No perdamos la oportunidad de ser agradecidos con el Señor, de estar a su lado y servirle, de llevar semilla y frutos perdurables. No perdamos la simpleza de nuestra juventud, la alegría y los sueños en el Señor. No permitamos que nadie tenga en poco lo que hacemos por nuestra edad y aprendamos a vivir en comunidad porque sólo así los frutos y las semillas se fortalecen y nos protegen de las inclemencias del que está en el mundo.


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